17 jul 2011

"AGUAITACAMINOS/CHOTACABRAS" (cap.5)


CAPITULO V

Sentado en el suelo de cemento de la plaza,  le aplanaba las nalgas que servían de  almohada para su  ancho torso, las piernas cruzadas, y las manos apoyadas en sus tobillos escuchaba una vez más un fragmento de la novena sinfonía, con los ojos cerrados, involuntariamente ponía expresiones en su cara con cada nota, alguien había reparado hace dos domingos atrás  de las expresiones de la cara de un minero que no faltaba a ninguna de las presentaciones, pronto el evento tenia que ver mas por las expresiones que  ponía Lorenzo que por los mismos toques, el no lo sabia por lo tanto no lo disimulaba para nada, solo ese día en que su éxtasis arranco risas colectivas se dio cuenta, que todos reían de él, todos menos los músicos. Lorenzo tuvo necesidad de desaparecer bajo la tierra, estar metido en su mina lejos del alcance de las miradas burlonas o quizás transformarse ipso facto, levantarse quitarse la ropa anónima que lo vestía y mostrar debajo de ella un elegante frak de ejecutante, transformarse en el director de la orquesta, eso les enseñaría a los tontos que reían que se trata de sensibilidad musical y no otra cosa que cause esa estúpida burla de la cual era blanco. Nada de eso ocurriría, el seguía ahí sentado sin poder irse;  largarse de ahí  seria aun más humillante, además que no perdería un concierto solo por unas estúpidas burlas, solo esperaba a que cesaran; se balanceaba de atrás hacia adelante mirando  con recelo al resto de la estúpida audiencia, mirando hacia derecha e izquierda solo quedaban fuera del alcance de su vista los pies de quien estaba de pie a su lado , pies a los que miraba con desprecio ya que seguramente los dueños de esos zapatos tan elegantes y pulidos se burlaba también, solo bastaron cinco minutos para que la música lo envolviera nuevamente y volvió a sus expresiones de notas, aunque sabia que le miraban y se burlaban de el,  incluso exageraba las caras, mientras mas se rieran mas estúpidos serian quienes se burlaban, en una pausa de la música abrió los ojos y se dio cuenta de unos ojos color miel se le clavaban en los suyos, junto con  media sonrisa, no era de burla, era diferente, pensó que quizás  era dirigida hacia alguno de los que estaban de pie a su lado,  pero era poco probable ya que era el único sentado en el suelo y la mirada estaba dirigida hacia el , su timidez lo llevaría a desviar la mirada hacia sus calcetines, cuando levanto nuevamente la cabeza volvió a ver esos insistentes ojos color miel  con las cejas levantadas le daba aún mas timidez apartar su mirada que mantenerla ya que seguramente le  estarían mirando otra vez, tarde se dio cuenta que había comenzado la ultima parte del concierto, para lo que necesariamente volvió a cerrar los ojos, no para volverse a concentrar en la música sino para escapar de la insistente mirada de esa chica que clavaba los ojos en los de él, solo paso un minuto , volvió a abrir los ojos buscándola nuevamente y ahí estaba ella no se despegaba de su mirada,  comenzaba el himno a la alegría, y cerro los ojos por ultima vez, (pensó en monologo).

- pucha y si sigue mirando!
- La mirai puh hueon y le sonries!.
- Es que va a pensar que me gusta!
- Debe estar mirándote justo ahora.
- ¿Y voh pensai que no te mira?

Aguanto los ojos cerrados todo lo  que le permitió su curiosidad, al abrirlos de nuevo ya no  la vio, había desaparecido en el pequeño tumulto de gente  que esta por detrás de los ejecutantes, algún dejo de decepción le asalto en pensamientos,  se pregunto  si no habría soñado con  esos ojos,  los comenzó a buscar a escrutar desde su incomoda posición explorando las caras que alcanzaba a ver, hasta que en un segundo barrido de su mirada con la boca abierta y con cara de tonto, la encontró, fue automático verla mirándole y cerrar la boca, cosa que causo una pequeña risa  en ella,  ya no volvió a cerrar los ojos, no se atrevía a correr   el riesgo que ella quisiera "escapar" y  perderle de nuevo,  los fijo en los de ella haciendo nuevamente sus ademanes, en lo que comenzó el himno ella le sonreía con todos sus perfectos dientes, el continuaba con sus expresiones como un triunfo a su timidez, levantando las cejas y haciendo muecas con cada nota, esta vez mucho más abiertas mucho mas expresivas, mucho mas efusivas!, ella entendía cada una de las notas y casi aplaudía a Lorenzo no a la banda, había una comunicación especial a través de la música que hizo íntimos a ese par de desconocidos, algo que no fue entendido por el resto de la audiencia ya que nadie prestaba atención a Lorenzo, ni a sus ridículas expresiones, solo escuchaban al pequeño grupo que tocaba la parte mas álgida  final del  ultimo recital de ese verano en la plaza, Lorenzo sabia exactamente que hacer al final de la ejecución, tomo conciencia, que la música estaba apunto de terminar, había mucha gente que imitaba a Lorenzo, quien fue el primero en acercarse a hablar con los ejecutantes, el comenzó a ponerse de pie  sacudiéndose el polvo que se había pegado a sus nalgas, se  acercó a su amigo Celso para conversar algo con él, el único gesto de arrogancia que podría demostrar  era precisamente ese, que ella viera de debajo de esa ropa humilde había alguien un poco más "conectado" en el acto que ella fue a ver.
La gente empezó a desalojar la plaza, el se dirigió hacia  su amigo, que le cuestiono antes que  pudiera comenzar una conversación.

- ¿Y….  Lorenzo… juntaste tus papeles del liceo? (en tono de quien exige algo).
- Si ya los lleve a la rectoría, me dijeron que no había problema
-¿Con qué vai a comenzar?
- Con el Oboe! (Esperaba alguna recriminación de su amigo)
- Putas pero, es que  esto es pa alguien ya bien empezao en la música
- No, si me meto, es pá empezar con  el Oboe ,  si no, no hago ná.

Mientras hablaba Lorenzo cabeceaba mirando a un lado y a otro a ver si ella continuaba por  ahí, pero el movimiento de la multitud lo hizo imposible, se había perdido. Penco era un  poblado relativamente chico, a ella no la había visto nunca antes, seguramente pariente de alguna familia  de vacaciones en la casa. Se volteo finalmente hacia su amigo y le repetiría la retorica que había ensayado, cuando la vio a ella caminando hacia él, por un momento se apago la voz de su amigo, y comento en voz baja con los dientes medio cerrados.

- chucha  viene pa acaaa!

Cristina interrumpió la conversación mirando  fijamente a Lorenzo que se puso pálido, iba a empezar a tartamudear alguna tosca galantería pero no le salió palabra de la boca, apenas la mandíbula moviéndose casi tiritando.

Cristina - Oye mi tía dice que si vay a llegar temprano pa comer?!.
Celso - No se todavía si los demás cabros se van a reunir o no, dile que  me deje algo de comida.

Cristina hablaba con Celso Pero miraba a Lorenzo coqueteando.
Celso se dio cuenta de las miradas y miro con malicia a Lorenzo…  - Oye Lorenzo esta mi prima!, llego de Punta Arenas hace dos días.
Lorenzo- Mucho gusto señorita bajando la cabeza demostrando más  humildad que galantería.

Cristina le extendió la mano delicada que el sin darse cuenta apretó demasiado, casi dio un quejido de dolor por el  apretón, pero supo disimular, recomponiéndose le hablo a su primo.

 - Oye ya puh, dime de una vez, no vis que los tíos se van y despueh  yo no se llegar sola.
- Ya oye, anda a buscarlos y pregúntales si se van a quedar por acá cerca de la plaza.

Cristina salió corriendo dándole un pequeño empujón a Lorenzo, ella ya había terminado el liceo hacía un año, pero aun conservaba ese aire de adolecente colegial, con el cabello largo y muy peinado hacia atrás sujetándoselo con un gancho, mostraba toda su cara desnuda.

Lorenzo la siguió con la mirada la  vio alcanzar a la familia de Celso  en la esquina de la plaza, casi donde no había luces de calle, hablo algo  con la jefa de esa familia, a lo  que vio al jefe de la familia asentir, su esposa mirarlo quizás cuestionándole su determinación, unos niños  se le colgaban de los brazos a Cristina, después continuaron y se perdieron  de vista por la calle oscura mientras Cristina corría nuevamente en dirección de Lorenzo y su primo.

Celso continuaba explicándole a Lorenzo lo difícil de su instrumento cuando la prima interrumpe la conversación:

- Oye. Viste? los tíos ya se fueron! y ni se si se pa´ donde!
Lorenzo- pero no los viste?
- No!, respondió mintiendo Cristina.
Celso -Pucha Cristina yo no te puedo llevar pa’ la casa, los cabros ya me dijeron que se iban a reunir y no puedo ni quiero faltar!
Cristina (mirándolo) pero aun hablando con su primo. - ¿viste? , Y a hora como hago yo?!
Antes que Lorenzo se ofreciera para acompañar a Cristina, Celso le increpo a su prima.
- Y yo como hago?, pensó rápidamente, y le dijo a Lorenzo con ojos de picardía.
- Lorenzo! (con voz de mando), voh estai exonerao de la reunión de hoydia, es pa’ puros estudiantes y voh todavía ni entrai, así que tenis como misión acompañar a mi prima, hasta la casa!

El bus en el que viajaba Lorenzo hacia Antofagasta cayo en un bache de la carretera que despertó a Lorenzo de su sueño/recuerdo de ojos abiertos,  no tenia nada con que distraerse por eso usaba sus recuerdos como distracción, se abstraía tanto en ellos que a veces era sorprendido interpretando sus diálogos ,, viviéndolos nuevamente, mirando  a través de las personas o a través  de los objetos, le entró de nuevo la inquietud de que es lo que haría al llegar a Antofagasta, pensaba en como estaría la situación allá, también pensó que quizás  el golpe no "había ocurrido",,  que Antofagasta   no seria como Santiago no tendría esa presión de militares y carabineros, Antofagasta estaría IGUAL.

 Se quedo entre dormido con ese pensamiento, llevaba ya dos días viajando y conocía su propia rutina de viaje, se quedaría dormido unos minutos y después mal despertaría  y con la cabeza atontada por el mareo de bus y el sueño se abstraería nuevamente.

Paseando en la plaza como todos los domingos, era rutinario ver a los solteros caminar haciendo circulo en una dirección dela plaza y a las solteras en dirección contraria, Lorenzo hacia mucho que ya paseaba con Cristina de su brazo, en el centro de la plaza, le contaba de nuevo como era trabajar en la mina, como su abuelo se había enojado con él, cuando decidió abandonar la mina, pero que el viejo le quería mucho y antes de irse le había regalado su guitarra con el estuche verde que tanto le gustaba, también le contaba de pormenores de la universidad, el consideraba que la universidad y la música eran su manera de escapar a la mina,  a pesar que ya no entraba en esa mina hacia 2 años, cada día fuera de ella era como un regalo para Lorenzo,  también comentaba pormenores de la universidad, le comento de su afición a  asistir a esas reuniones del MIR, que le eran mas entretenidas que las del PC. Cristina le recriminaba a su amigo  y le pedía que dejase de asistir a tanta reunión con esos "comunachos”, ya que eso  un día le podría traer problemas. Lorenzo no escuchaba lo que Cristina decía, ya era imposible disimular que tras tan larga amistad "especial", el enamoramiento por  su amiga, pero no tenia el valor de decírselo, ella confiaba paciente en que en algún momento el tomaría la determinación.  Fue un domingo de esos cuando Lorenzo determino al ir a buscarla a casa de sus tíos, esperándola en la esquina que  irían al cine y  no pasearían por la plaza, no le declararía su amor en la plaza;  sentía que todos se iban a reír de el,  por lo tanto el cine era el sitio mas adecuado, además, la oscuridad ayudaría con el beso. 

En el cine, Cristina sabia y no dejaría pasar también la oportunidad fingiendo mucho frio se recostó del amplio pecho de el, a Lorenzo no le quedo otra mas que pasar el brazo por encima de los hombros de ella, sosteniendo el envoltorio de cabritas con la otra mano, se mantenía rígido sin atreverse a mover un solo musculo, mas pendiente de Cristina que de la película.

- Dame cabritas - dice Cristina con voz dulce.

El trató de pasarle el paquete, pero ella acomodo su cabeza mas alto en su pecho y abrió la boca, a Lorenzo le tembló la mano y supo que tenia que hacer; afortunadamente para él, el cine era bien oscuro y no se le notaria tanto el nerviosismo, recordaba las palabras pícaras de su abuelo cuando le decía: "es que en lo oscuro del cine pasan unas cosas", Cristina se impacientaba y el  no determinaba, en lo que se inclinaría un poco hacia adelante para salirse un poco de esa posición que incomodaba su espalda se apoyo en el sin dejarle salida, se volvió a inclinar y se encontró con la boca de   ella a centímetros de sus labios, solo cerro los ojos y finalmente la beso.
 Lorenzo sabía  y así le había enseñado su abuelo que una señorita decente había que pedirle que fuera su polola (novia).

- Ya la parte mas difícil del beso ya esta hecha (pensaba en monologo).
- La parte mas dificil?-  si casi que te da el beso ella hueon!
- Nooo!!!! si se lo di yo !.
- Claaaro pero mah ayudao!
- Ya poh no seai mal educao. Dile ahora!
No se había percatado que la película estaba en un momento de suspenso donde la música era muy baja y los actores no hablaban.

Finalmente  le pidió que fueran pololos, los nervios le  hicieron que se lo dijera como una orden! y casi gritado, el sostuvo la respiración, esperando que nadie halla escuchado su grito dentro de el cine, y por tres segundos pensó que así era, pero fue en ese momento que una voz anónima grita.

- Guena Lorenzo por fin  hueon oh!!!!!

Una carcajada generalizada distrajo a todos de la película y se escucharían otras burlas adicionales que le avergonzaría aun más.

- Si no se lo pedis, los de la mina te la bajan! ….. (Más  carcajadas.).

Lorenzo ignoro las risas y todas las demás sandeces quedo mirando a Cristina que  sonriendo le dijo si, tocaría ir a hablar con los tíos, los padres de Celso, para poderla ir a buscar a su casa en calidad de pololeo serio, esa parte le seria mucho mas fácil, sabia que no tendría problemas para que le  dieran ese permiso, a la salida del cine camino muy altivamente saludando a las personas que salían también del cine y miraban maliciosamente, Lorenzo ya no tuvo de que sentir vergüenza, iba del brazo   con su polola formal.

En el bus la sonrisa de Lorenzo era la misma que tenia a  la salida del cine, no se dio cuenta  que estaban en un paso de control, el bus se había detenido para dejar subir a   un militar que vería a quienes viajaban en el bus, todos miraban con algo de recelo al hombre que tenia colgado  un fusil en su hombro, excepto Lorenzo que miraba a través de ese militar con una gran sonrisa tonta en su cara.

Al llegar a pensión de doña Martha, Cristina salió a recibirlo en un abrazo de desesperación e incertidumbre, aunque ya había hablado con él hasta que no lo viera no estaría convencida que estaba completamente bien, caminaron hasta la pieza con ella colgada de su brazo, el  realmente no necesitaba dormir y ella lo Sabia, aunque era de día  le pidió que se pusiera el pijama para acostarse a dormir,  Lorenzo  se dejaba atender por Cristina, eso a ella la tranquilizaba, pero como durmió se quedo mirando el techo con la intranquilidad de no saber que hacer, por lo menos ya estaba junto a Cristina eso ya era un problema menos para ambos, pensaba en no decirle nada a ella hasta haber ido primero a la escuela de música, pero eso solo le causaría mas  angustia  e indudablemente Cristina lo notaba, era domingo  así que seria el mejor día para informar de todo a Cristina.

Ella  entró en el cuarto sin hacer ruido pero el continuaba despierto mirando el techo, estuvo así dos horas tratando de quitarse el mareo del bus, la vio inclinarse guardando ropa de cama  en un cajón del closet, el se sentó en la cama que parecía aun ordenada aunque el estuviera bajo las sabanas y colchas.

- Cristi ..!!
- Qué hacis despierto gordo? - sentándose a su lado
- Yo creo que lo de Santiago ya no va a ser posible.
Puso la mano en la mejilla de el con una sonrisa compasiva.
- Si ya me imaginaba gordo!
- Oye en el bus escuche que decían que hay tanto preso que están usando el estadio nacional para ponerlos.
- Seguro que a todos los que iban a las manifestaciones.
Se produjo un  silencio  que dejo a ambos pensando.
- Hay sabido si pasa algo en la escuela de música?
- No he sabido nada, ni he visto a nadie de ahí.
- El lunes voy a ir, aunque me hubiera podido inscribir en Santiago igual tenia que volver y dar clases hasta Diciembre.
- Gordo no va a ser peligroso?
- Pero por qué va a ser peligroso ir donde trabajo?!

Lorenzo se encontró en su sala habitual con, solo la mitad  sus alumnos,  que copiaban  en silencio lo que estaba anotado en la pizarra mientras,  el no decía nada y solo mantenía la mirada perdida y la cara sin expresión, Ricardo Huenchucheo lo saco de ese estado hipnótico con una pregunta, parpadeo se restregó los ojos y continuaba explicando, era notoria la ausencia de varios profesores, los colegas que estaban asistiendo a clases todos se encontraban en una especie de trastorno depresivo, miedo  y angustia se respiraba en los pasillos nadie comentaba nada, eso le llenaba de dudas y por supuesto que era contagiado por ese conjunto de emociones, aislados cuchicheos de pasillos a los cuales el no se acercaba quizás por miedo, quizás por precaución, su clase había terminado los alumnos  desalojaron la sala, sin embargo el continuaba ahí sentado mirando hacia la nada misma. Al otro día se dirigía como autómata hacia la escuela había escuchado en chismorreo de pasillos a unos colegas comentar entre ellos:

- No, si mañana ya dejo de venir.
- No, si yo tampoco vengo mas.

Supuso que lo que sucedió, la  semana siguiente fueron menos profesores, no  tubo oportunidad de hablar con el director, Juan Rojas, quien en circunstancias normales le habría preguntado por su  propio interés sobre el resultado de su viaje a Santiago, pero el también estaba sumido en pensamientos y sus propias preocupaciones del momento.

El lunes de la semana que siguió, llego hasta la puerta de la escuela,  una camioneta de  carabineros estaba frente a la escuela  y varios uniformados en las oficinas administrativas revisando carpetas y documentos, Lorenzo respiro profundo y en ese momento, tomo la misma determinación de no ir mas a la escuela de música, continuo caminando por la vereda de enfrente a la escuela como si se dirigiera a otro sitio, llegó a la plaza Colón y ahí se sentó con su portafolios en las rodillas y pudo pasar todo el día mirando hacia el vació, sin ser interrumpido por nadie, concentrado en la nada misma.

Aquella misma noche regreso a la pensión, tarde como jamás había llegado, Cristina lo esperaba sentada en la cama de su pieza, preocupada, el entró y no saludo  solo la miró y se sentó junto a ella.

- Esta custion se fue a cresta!
Cristina solo lo escuchaba.

- Hoydia la escuela fue intervenida por unos carabineros, lo mejor va a ser que no vaya más por ahora.
- ¿Y que vai hacer entonces?
- No se, a lo mejor dedicarme a otra custion.

Cristina temía la determinación tomada por Lorenzo y no quería siquiera pensar en eso, pero en su casa siempre le enseñaron que lo que decidiera su marido eso es lo que se tendría que hacer, aunque eso no fuera del entero agrado de ella. Solo pasaron dos semanas cuando Lorenzo había encontrado trabajo en una pequeña mina relativamente cerca de Antofagasta, no fue necesario mudarse de la pensión ya que la mina quedaba a penas a 25 kilómetros  de la ciudad, no hubo inconveniente en encontrar ese trabajo ya que contaba con experiencia y habían puesto vacantes, aunque el sabia que contaba con el apoyo de su esposa sabia perfectamente la angustia que le causaría a ella el hecho que se metiera en un hoyo, desaparecer por el ascensor hasta la profundidad  lo hacia sentirse con un dejo de protección que también protegía a su Cristina, pero aunque le tocase turno el sabia que ella no dormiría hasta verlo llegar a su pieza nuevamente, ese cambio tan brusco de ser la esposa de un profesor de la escuela de música y ejecutante de la filarmónica a ser la esposa de un minero, fue demasiado brusco para Cristina, sobre todo por la incertidumbre que le causaba que su marido fuese a tener algún accidente mientras trabajaba debajo de tierra, había oído de boca de doña Martha, como  todos los hombres de una familia, uno a uno desde abuelos has hijos se dejaban la vida en esas  minas.

Seis meses de incertidumbre habían pasado, Cristina aunque no quería cuestionar a Lorenzo, se preguntaba todos los días porque había tomado esa determinación tan radical hasta que ese día doña Martha le toco la puerta de la pieza:
- Preguntan por uste choa Cristina.
- ¿Quién será?
- No se, unos carabineros parece!

En la sala de pensión se encontraban unos supuestos carabineros vestidos de civiles con más aspecto de matones que de policías,  no se identificaron de ninguna manera con placas o con documentos.

- Es usted la esposa de Lorenzo Tapia?
- si señor así es!
- Tenemos información que su esposo no se presenta en su trabajo hace más de seis meses!
- ¿Pero cómo?...  si mi marido sale todos los días al trabajo, señor..!
- Si señora! su esposo no va a dar clases hace mas de seis meses!!!
- Clases? - una sonrisa se dibujo en la cara de Cristina -  pero si mi marido es minero!-
Los policías comenzaron a perder la paciencia.
- Señora es usted o no es usted la esposa de Lorenzo Tapia??!!!
- Si señor soy yo la esposa de Lorenzo Tapia.
- Pues su marido hace mas de seis meses que no va a dar clases señora!!!!!!
- Perdón es que tiene que haber una confusión,  mi marido  no es profesor, es minero!
- Su esposo no es profesor en la escuela de música señora?,, (ya con aire de estar aburrido de la conversación)
- En  escuela de música?! -entre sorpresa  y risa-, pero si mi esposo trabaja en la mina!, ya se lo dije señor! 
- Bueno vamos a revisar su pieza!
- Revise nomas si nosotros no tenemos ná que esconder!

Los dos hombres que tenían mas aspecto de mafiosos que de policías fueron junto a Cristina su pieza y empezaron a vaciar todos los cajones mirando rápidamente documentos y tirándolos encima de la cama igualmente hicieron con la ropa de el y de ella que estaba en el closet, no encontraron nada, ya que Lorenzo se había encargado con anterioridad de extinguir cualquier nexo que hubiera podido tener con la música o la escuela de música o su beca en Santiago.
Entonces la mirada de unos de esos hombres se sostuvo en el estuche verde de la guitarra de Lorenzo.

- ¡Y esa guitarra???!!!
Cristina por un momento se sintió angustiada, pero inmediatamente con una sonrisa en la cara quizás más de compasión por lo estúpido de la pregunta, le respondió.
- una guitarra no mah!  Señor!

El otro agente un poco mas experimentado se dio cuenta que quizás los datos que tenían no eran del todo exactos, le hizo una seña con la mirada al otro para que salieran ya de ahí.

- Mire señora dígale a su marido que a lo mejor venimos a hablar con el, después!
- Bueno pero tienen que avisar con un poco anticipación, ya que el a veces trabaja por turnos  de noche.

Los hombres abandonaron la pensión,  después de haber ordenado la pieza entera de guardar la ropa y los papeles que habían tirado sobre la cama, Cristina se pudo abandonar al llanto y la desesperación, sola en su pieza.