10 dic 2011

Aguaitacaminos/Chotacabras (Cap. 8)

Capítulo VIII 

Dicen que los funerales traen paz a los dolientes, a mi no me sucedió así, paz era lo más lejano que podía sentir en mi corazón, mi resentimiento y odio se alimentó con cada día, todo el que me era conocido era merecedor de mi odio en la calle, ya que de alguna forma estaban relacionados con el saqueo de la tienda de música. 

El Viejo Lorenzo lleno un espacio que jamás había existido para mi , y la vieja Cristina también hizo lo mismo, no sabía que era el amor fraterno hasta que ellos me lo dieron, lamentablemente el amor y la tristeza están sumamente vinculados, si uno no tiene ese amor por nadie, jamás sentirá le tristeza de su partida, si no los hubiera amado, quizás nunca me hubieran dado todo lo que me dieron, de no ser por ellos hubiera sido un recoge-latas anónimo, quizás viviría en el mercado, seguramente oliendo pega. Mercantilizo demasiado mis emociones y sentimientos, si no los hubiera amado no tendría educación. Al funeral del viejo asistieron muchísimas personas, a la mayoría de ellos no los conocía, me daba rabia adivinar que alguno de ellos fueron alumnos de él y posiblemente hasta algunos de los que fueron a saquear la tienda. 

Que diferente fue el funeral de mi viejo Lorenzo al de Cristina, hubo un momento en que me quede solo en casa con el cajón ya que Ivonne había ido a buscarme algo para comer en su casa y a la vecina le había sonado el teléfono, primero regreso la vecina, se acerco al ataúd y me dijo: 

- Ay m´ijo si yo pudiera hacer algo más por usté. 

La vecina me miro como pidiendo disculpas. 

- Recemos un ratico, ¿sí? , anda que seguro a ella le va a gustar que recemos por su alma. 

Me pregunte muchas veces que obtuvieron los viejos de esto. Lorenzo puso tanto amor a la venta de instrumentos impartiendo clases, que murió por la tristeza de ver a sus vecinos saquearle la tienda. Cristina murió dos años después, rendida por la tristeza de haber perdido a Lorenzo. Sé que me amaron, pero ellos no sacaron nada de ese amor, al viejo ni siquiera pude tocarlo antes de que muriera ya que en terapias intensivas solo dejan entrar a familiares, quizás el pretendía que una vez yo acabase la carrera, los pudiera ayudar a jubilarse a él y a la vieja. 

Después del funeral del viejo la tía Cristina se encargo de llamar a los proveedores que accedieron a hacer una extensión en los créditos, la tienda siguió abierta aunque ella y yo sabíamos que quien le traía vida a esa tienda era el viejo, nosotros solamente le ayudábamos, ni ella tenía suficiente conocimiento de música, ni yo tenía esa dedicación desinteresada que solo el viejo tenia para enseñar, el daba clases gratis de música sin ningún compromiso a cualquier niño que quisiera ir, sin inscripción ni mensualidad, solo daba clases de música después de un tiempo veía para que instrumento podría servir ese niño y continuaba con las clases en ese instrumento, la mayoría entraba en clases de cuatro, pero si encontraba a alguno “mas especial”, lo introducía en flauta traversa, violín o guitarra. El jamás se tomaba a la ligera esa labor, si ese niño o niña demostraba realmente que tenía algún talento especial para ese instrumento, dejaba que se lo llevara a casa y después de eso hablaba con los padres para vendérselo en partes, para que la familia también participara, que se dieran cuenta que no era un capricho, sino que lo necesitaba, invertía mucho tiempo y esfuerzo en la venta de un solo instrumento. 

Claro que había casos como el mío en los que ningún instrumento servía, pero tuve la suerte que ellos quisieran dedicar a mí el esfuerzo de hacer un hijo. Una vez finalizado el bachillerato tanto el viejo como yo teníamos claro que Comunicación Social seria la carrera a la cual debería optar, habíamos hecho un análisis profundo de que es lo que estudiaría, pasando incluso posibilidad de estudiar Pedagogía o quizás Administración de Empresas, pero tanto la suerte como el empeño que ambos pusimos incluso en la prueba de aptitud académica nos hizo elegir Comunicación Social, habían sido varias las veces que juntos fuimos a Caracas a hablar con algunos proveedores para la tienda, y aprovechábamos esas idas a Caracas para entrar en la universidad y conocerla mejor, se puede decir que ya me conocía bien la Universidad Central antes de ingresar. 

Cristina y yo pensábamos en un principio que la gente seguiría comprando instrumentos como si compraran pan , pero sin nadie que ofreciera clases de música gratis, los clientes disminuyeron drásticamente, me tuve que hacer cargo de la tienda ya que la vieja dormía demasiado y adelgazaba rápidamente, llegaba a buscarme para almorzar al mostrador donde me pasaba horas apoyado. 

Un día me dijo que después del saqueo una “cabrita tonta” (niña tonta) que había sido alumna estaba sacando del contenedor de basura la guitarra que el viejo me había regalado, las partes rotas de la guitarra estaban colgadas de las cuerdas y la niña esa la sacaba como si tuviera el cuidado de no romper mas las destrozadas partes, cuando me conto eso la vieja se quedo viendo hacia la calle como si fuera una película y me hablaba sin mirarme. 

- ¿Sabis? Esa guitarra que el Lorenzo te regalo, a él se la regalo su abuelito. 

- Claro, se la regalo después de estar harto tiempo enoja´o con él, porque había deja´o de trabajar en la mina y Lorenzo no mas quería estudiar música en la universidá y el abuelo de él no quería, me acuerdo que estaba harto contento cuando se la dio, me la fue a mostrar!, la tenia adentro del mismo estuche que tenía cuando te la dio a ti. 

La vieja se volteo a mirarme y me dijo con los ojos llenos de lagrimas..:

- Ni el estuche dejaron esos sinvergüenzas! 

Había pasado más o menos un año de esa conversación cuando Ivonne entro por primera vez en la tienda tropezando con todo y regresándome la guitarra, de ser una niña mas del lugar paso a tener identidad, era imposible no enamorarse de una persona que hace algo tan desinteresado, jamás le comente nada de eso a Ivonne, pero creo que ella siempre supo que el hecho de regresar la guitarra como lo hizo nos trajo a mí y a la vieja paz, era como recuperar una parte del viejo que habíamos perdido, cuando se la mostré a mi mamá se le llenaron los ojos de lagrimas hizo exactamente lo mismo que hice yo cuando vio el estuche reconociéndolo por su olor de dentro fieltro viejo madera curtida y ají, estoy seguro que el hecho de tener nuevamente esa guitarra aunque fuera modificada le hizo a Cristina ganar un poco más de tiempo de vida. 

 Aunque estaba abatido por la muerte de mi papá todos mis días en la tienda tenían una hora donde el día se ponía mas soleado, era la hora en la que Ivonne salía del liceo y religiosamente pasaba a visitarme a la tienda justo antes que mi vieja cruzara la puerta de al lado y me trajera mi comida, ahora tengo la certeza que las mujeres tienen esa relación de amor y dar comida a quien aman muy bien establecido, me di cuenta de ello el día que Ivonne había faltado al liceo y me trajo algo que ella había cocinado y quiso que yo lo probara, estaba muy nervioso porque creía que mi vieja cruzaría la puerta con mi plato de comida y realmente lo estuve cuando la sentí caminar hacia la puerta arrastrando un poco los pies, Ivonne me sonreía y me ponía como un tomate por la situación que se avecinaba, Cristina con el plato de comida asomada en la puerta y yo comiendo de la vianda que me había traído Ivonne de su casa, cuál fue mi sorpresa cuando veo a la tía Cristina en la puerta sin nada en las manos, y me dijo. 

- Ah! Ya te trajeron tu comía!, y estai comiendo bien regaloneao! (consentido)

Evidentemente hubo una conversación previa que yo desconocía entre esas dos mujeres que me amaban, una mirada de complicidad entre las dos hizo que Ivonne soltara una pequeña risa. 

Cristina empezó a recordar tiempos que para mí eran demasiado antiguos.

- Yo a mi gordo (Lorenzo) también le llevaba la comia a la Universidá en Concepción, pero fue harta comia y hartos paseos que tuve que hacer antes que se atreviera pedirme pololeo (noviazgo). 

 Esa sentencia y la risa maliciosa con ojos chinos de Ivonne me hicieron ponerme rojo nuevamente ya que para entonces solo éramos amigos, claro que mi viejo ya me había instruido con anterioridad lo que había que hacer con una chica, sé que tarde un poco en tomar el valor para hacerlo pero una invitación a ver una película al cine, cotufas dadas en la boca, y la aparición de un ovalo del lado superior izquierdo de la pantalla de cine, que indicaba el momento de besarla, no fallaba jamás!. El viejo me dijo que su abuelo le había dado las instrucciones a él, por supuesto lo hice tiempo después y todo salió tal y cual me lo había indicado el viejo. 

Estábamos solos en la sala de la casa junto al féretro, mi vecina Aida rezaba cogiendo el rosario con una mano y me tomaba con la otra la mía, mientras ella lloraba con el rezo yo sonreía mirando una pared murmurando algo que no eran los rezos sino que repetía los diálogos de mi recuerdo como si los volviera a vivir, en ese momento Ivonne entro con mi comida y me llevo a la tienda para que la pudiera comer allí ya que los de la funeraria habían sacado la mesa de la sala para hacer el velatorio, después de comer Aida me dijo que quien había llamado era la gente de la funeraria y que dentro de poco vendrían con la camioneta fúnebre, aparentemente no vendría nadie más a despedirse de mi vieja Cristina. 

Dos meses después del entierro de mi mamá pude experimentar parte de lo que quizás habrían experimentado los viejos el día del saqueo, la vecina Aida me fue a despertar temprano diciéndome que parece que habían nuevos “disturbios” en Caracas. Yo dormía con un bate de béisbol debajo de la cama, rápidamente me vestí y me fui a la tienda a darle en la cara al primero que se atreviera a comenzar a saquearla estaba dispuesto en dejarme la vida allí si fuera necesario, el odio y la rabia me calentaba las orejas y me dejaban ese sabor a sangre en la boca, estaba deseando que sucediera y aunque vi a personas salir de los bloques con paso apurado y actitudes sospechosas nadie se acerco a bandalizar la tienda pero eso no me calmo, me lleve un televisor a la tienda para estar pendiente de las noticias que es lo que sucedía. Caracas era como una zona de guerra, no quería imaginarme lo que sería estar ahí, inmediatamente me recordé de Héctor y Víctor y me pregunte que estarían haciendo en ese momento, tenía mucho tiempo de no saber nada de ellos, al final del día un teniente decía “por ahora” en televisión y fue como si mi resentimiento pudieran finalmente canalizarse hacia una persona un individuo que finalmente me mostraba la cara, quizás fue una especie de canalización que sirvió para que mi odio generalizado a toda la gente vecina desapareciera, ahora era dirigido a uno solo, a ese tipo lo habían metido preso y me pareció justo aunque según mi entender el tipo ni en la cárcel dejaba de joder ya que ese mismo año en noviembre y con un vídeo grabado desde la cárcel hizo otra intentona golpista, quien era presidente para entonces del país estaba en el inicio de su muerte política, cosa que también me pareció bien, para ese entonces yo no emitía opiniones políticas como lo hacía toda la gente en las colas de supermercados y bancos, yo me dedicaba a hacer retrospectiva en mi vida y a hablar solo en esas colas, era más entretenido que dar opiniones. 

Yo había dejado la casa ya que no podía con el alquiler del local y la casa, eso no modifico realmente mucho mi vida ya que solía dormir muchas noches en el local por miedo a otro saqueo, el televisor que me había llevado para el local ahí se quedo para siempre, solía comer en un restaurante en la esquina caliente o en casa de la vecina, y muchas veces en casa de Ivonne que me invitaba religiosamente todos los domingos, ella cocinaba con esmero para su papá para mí y sus hermanos. El señor Cuauro (su papá) era un hombre delgado de baja estatura muy sonriente y simpático, cada vez que llegaba a preguntar por Ivonne me saludaba con mucha efusividad, me daba la mano con energía golpeaba mi hombro con su palma abierta y me preguntaba como seguía la tienda, la verdad que era muy amable, sus hermanos mayores Leison y José Luis, mayores que Ivonne, de mi edad, bastantes altos y muy fornidos uno de ellos más grande que yo, imponían respeto, jamás me saludaron de frente me miraban con algo de desconfianza, cosa a lo que reste importancia, supuse que se trataba de celos por su hermana menor. 

Por instrucción de Ivonne cada vez que fuera a ese departamento ya sea a buscarla o a ir a comer debía tocar la puerta tres veces pausadas para que supiera que era yo, aunque estuvieran ahí su papá y sus hermanos escuchaba un ligero corretear de gente, suponía que Ivonne en su coquetería no quería que la mirase con unos rulos puestos o desarreglada. Durante un año eso siguió como una rutina, aunque mi futuro era cada vez más incierto, todos los días tenía más presión por parte de el dueño del local para que le pagase tres meses de alquiler que le quede debiendo de la casa y siete meses que ya debía por el local, lo poco que vendía apenas me daba para mal comer, afortunadamente no pagaba servicios en el local ya que correspondían a la casa que ya estaba alquilada a otras personas, se me pusieron más difíciles las cosas cuando el mayor proveedor que tenia me dijo que si no comenzaba a pagar el vendría a Puerto Ordaz a buscar sus instrumentos, si no hacia algo pronto me quedaría sin sustento no quise pedirle el favor a la vecina Aida ya que ella había hecho mucho por mi incluso me había prestado dinero varias veces, fue entonces cuando vi al señor Cuauro que subía las escaleras para llegar al piso seis de su bloque, lo llame pero no escucho y lo seguí, pretendía que me dejara tener los instrumentos en su casa por un tiempo con la pésima excusa que iría a pintar por dentro el local y no quería que se dañasen, cuando llegue junto a él ya estaba abriendo la puerta me saludo y me invito a pasar, cuando le dije que venía a hablar con el me dijo en tono de broma. 

- Berro muchacho!, Ivonne no esta pa` casase todavía!
- Me reí con él y le dije que ni ella ni yo estábamos para eso aun.

Me hizo pasar, era un domingo e iría a almorzar con ellos, Ivonne estaba en el mercado comprando algunas cosas para comenzar a cocinar. Todo el discurso que llevaba preparando desde el día anterior con la retorica exacta para convencer a el Sr. Cuauro se vio truncado cuando mis ojos se clavaron en una flauta traversa que yo jamás había visto antes en esa casa adornaba la sala en su estuche negro, el trato de desviar mi atención pero la flauta tomo proporciones gigantescas y era imposible ignorarla, como si fuera una locomotora metida en su pequeña sala, mi mente se nublo por completo y no me quedo otra alternativa si no irme a toda prisa ya que el sabor a sangre en mi boca casi no me dejo modular palabra ni ajustar pensamientos. Salí rápidamente de ahí cruce la calle sin mirar a los lados y me metí en la tienda, tenía una tempestad en mi cabeza, sentía que lo poco de lo que me estaba apoyando en la vida se me había desmoronado, apague todas las luces desconecte el televisor y me senté en la cama, a pensar solo a pensar, sentí que Ivonne toco la puerta del local muchas veces, se metió por la vereda y toco nuevamente, escuche como tocaba en casa de Aida y le preguntaba por mí, uno de los hijos de los nuevos inquilinos de la casa le dijo que me había visto entrar pero no salir, me llamaba una y otra vez por mi nombre en tono de suplica, al que respondí con silencio absoluto, no quería abrir y no lo hice, pase esa noche entera pensando en cómo llego esa flauta traversa a casa de Ivonne y porque estaba tan desafiante como un adorno en la sala de su casa. Lo primero que pensé es que ella había sido parte de la turba, pero quise borrar ese pensamiento de mi cabeza, igualmente no tendría ganas de dormir esa noche, solo me quede ahí sentado, pensando en esa traición y criticándome a mí mismo por haber sido tan idiota de haber caído, la imaginaba una y otra vez sentada en la mesa de su casa con sus hermanos burlándose de mí, riéndose a mis espaldas, pero ¿Cuál era la necesidad?, si yo a esa gente no le había hecho nada, el odio continuaba acumulándose se transformó en decepción, la verdad no quería saber los motivos, tome una determinación y no la cambie, la flauta estuvo en su casa por más de dos años y ella fue incapaz de decírmelo eso era traición suficiente para no querer verla más. 

También pensé que haría con mi vida, no podía seguir intentando de salvar una tienda que no tenia vida por falta del viejo, así que tome la determinación de vender todos los instrumentos a un precio muy económico, necesitaba venderos rápido antes que el proveedor se viniera a quitármelos, necesitaba dinero. El lunes temprano en la mañana tome una buseta para ir al centro de Puerto Ordaz a hablar con el dueño de una casa de música que había allí, era una tienda grande con varios teclados modernos y una sala donde daban clases, llevaba en mi mano un papel con un inventario de instrumentos y sus marcas, la suma total del precio de costo, cuando hable con el dueño me identifique le mencione el nombre del viejo y de la vieja, le mencione la tienda y el fingió no conocerla, le hice la oferta de venderle los instrumentos por la mitad del precio de costo sí me los pagaba de una vez, no disimule mi desesperación y el tipo se dio cuenta, se aprovecho de ello y me ofreció la mitad de la mitad, yo no tenía otra alternativa, no había en toda la ciudad otra tienda de música, accedí y acordamos en que el iría con su camioneta a buscarlos al otro día con dinero en efectivo, regrese a la tienda pasado el medio día, en la puerta había una nota de Ivonne que decía: “tenemos que hablar, ven a mi casa en lo que leas esta nota”, arrugue el papel con rabia y lo tire al suelo con desprecio, empecé a arreglar todos los instrumentos para el día siguiente, cerré las cortinas, casi a las seis de la tarde escuche a Ivonne nuevamente que volvía a tocar la puerta y a llamarme por mi nombre en tono suplicante, sabía que estaba ahí, pero me escondí en el depósito, prendí el televisor a todo volumen para supiera que estaba y no quería verla, después de un rato me asome por la ventana la vi pasar con el estuche y meterse en la casa de la vecina Aida, estuvo ahí un buen rato mire con odio a través de la ventana, pase nuevamente esa noche en vela planeando lo que iría a hacer, al otro día llego quien sería el nuevo dueño de los instrumentos, sumamente directo como para no saber donde quedaba la tienda, lo hice entrar, reviso los instrumentos quedo conforme y me entrego el dinero, unos muchachos cargaron la camioneta, no tuve que hacer nada mas, con dinero en la mano me di cuenta que tenía hambre, y me fui al restaurante de la esquina comer algo, en el camino de regreso escuche como la vecina me llamaba. 

- Santiago, Santiago! 

- Hola vecina!, salude con algo de altivez. 

- ¡Muchacho! ¿Qué estás haciendo? 

- Es que me estoy mudando vecina, (siempre mentí muy bien), alquile un localcito donde podre vivir más barato en Castillito. 

La vecina resto importancia a lo que le decía, referente a el movimiento en la tienda. 

- Santiago, pobre muchacha!, como la tienes! 

- Yo no fui quien se metió en la tienda a saquear vecina! 

- Pero muchacho dale un chance a que ella te diga! 

- La verdad vecina, no me interesa saber. 

- Mira, ella me dejo la flauta, vente conmigo que te la doy. 

- Gracias vecina, me hace falta la flauta. 

Al llegar a casa de Aida me entrego la flauta y después me extendió una carta que Ivonne me había escrito, le dije muy seco y serio: 

-  La flauta me interesa, la carta no. 

- Pero chico por lo menos léela. 

- Lo siento vecina hay cosas que no se pueden perdonar. 

 Me di media vuelta y me fui, antes de salir de la casa de Aida, le pregunte: 

 - Vecina ¿usted sabe si ella vino a saquear? 

- ¡No chico!, ¡si eso es lo que ella te dice en la carta!, fueron sus hermanos.
- Solo eso me interesa saber de esa carta vecina, por lo demás bote esa carta a la basura o mejor quémela. 

Solo estuve un mes más encerrado en el local, el dueño fue a tocar la puerta varias veces, y yo no atendía, estaba muy ocupado vigilando el bloque, quería saber a qué horas salían y llegaban ese par de criminales, varias veces vi salir a Ivonne, procuraba salir del local cuando ella regresaba a su casa, no hacía nada más que mirar por la ventana, y esconderme cuando el dueño del local y la casa se acercaba a tocarme la puerta, los envases con restos de comida se me acumulaban, solo restaba el mueble del mostrador, mi cama plegable junto a ella la guitarra que me había regalo el viejo y después Ivonne, todo en el pequeño deposito que una vez funcionó como salón de música. 

Llego el viernes, día en que Leison y José Luis se juntaban con otros amigos a beber cervezas sentados en el capo de un carro, me prepare con calma para la ocasión, zapatos de goma; un buen bluyín que me dejara estirar las piernas y una franela que fuera fácil de quitar, quizás ellos sabrían que iría a encararlos, pero no sabían cuándo, dominaba esa parte lo que ya me daba cierta ventaja, mientras caminaba lentamente atravesando la calle vi una pequeña piedra lisa junto al carro, alinee mi trayectoria con esa piedra que quedaría tres pasos detrás de mí, José Luis advirtió a Leison que estaba riéndose sin advertir mi llegada, dos amigos más, que estaban ahí simplemente se apartaron, Leison de pie un poco más alto que yo, igual de fornido sabía que no vendría a conversar, por lo que me dijo. 

 - ¿Qué fue Santiago? ... ¿vienes por lo tuyo? 

Me sonreí desafiante y lo empuje con la fuerza de mi cuerpo en obvio movimiento. 

Leison respondió de igual manera, a lo que fingí caerme y recuperarme rápidamente, el había avanzado dos pasos pensado que demoraría mas en incorporarme, la piedra salió directa con la fuerza de mi brazo a su cara, sonó seca en su cara se inclino por el dolor en ese momento y sin ninguna piedad una patada en su estomago le saco todo el aire, antes que José Luis pudiera llegar una patada en los testículos, le hizo doblarse de igual manera, a ese la patada le toco seca y certera en la cara que lo doblo hacia atrás dejándolo privado en el suelo, Leison se recuperó un poco pero un golpe con mi codo en su cara, lo hizo caer nuevamente, la gente ya se empezaba a juntar para “ver la pelea”, antes que el asunto pasara a mayores, decidí retirarme, no sin antes dejar la advertencia de rigor para que nadie viniese detrás de mí , me abalancé sobre José Luis, le mordí la oreja con tal fuerza, que lo hizo gritar, cuando sentí que estaba rompiendo carne mordí más fuerte para arrancar el pedazo que quedo con la forma exacta de mis dientes, empecé a caminar hacia la tienda como si tuviera algo muy urgente que hacer, pero detuve mi caminar en medio de la calle, me regrese y le escupí a sus pies su propio trozo de oreja que aun estaba en mi boca. 

Mis cosas ya estaban en un par de bolsas negras, me quite la camisa ensangrentada y la bote en una papelera, en el pequeño baño me limpie la sangre me puse otra camisa que ya estaba escogida con anterioridad, agarre el sobre donde tenía el dinero de los instrumentos, las bolsas negras y mi guitarra, toque en la puerta de la vecina, que no había advertido de la pelea frente a su casa, me vio sudando y un poco jadeante por lo que se asusto un poco, le dije. 

- Vecina necesito un favor suyo, no es mucha cosa. 

- Dígame m´hijo. A ver qué se puede hacer. 

- Le voy a dejar las llaves del local, por favor saque de ahí el estante que queda y quédeselo, también con la cama si es que le hace falta. Y le voy a pedir que me cuide esta guitarra como un favor muy especial, yo cuando pueda vengo a buscarla, si ve llegar al dueño por favor entréguele la llave. 

- no hay problema m´hijo, pero usté ¿a dónde va? 

- Yo la llamo vecina. Ahora ya me tengo que ir. 

Los malogrados hermanos ya se habían ido, seguramente necesitarían unos puntos, por lo que irían al hospital, el carro donde estaban sentados no estaba ahí, mire por última vez al piso seis y solo vi al Sr. Cuauro, apoyado sobre la baranda con la puerta de su apartamento abierta. En la esquina Caliente cogí un taxi ya eran casi la ocho de la noche me costo que parara uno, cuando por fin lo hizo, no pensé en nada y solo le dije, a Puerto Ordaz centro, déjeme cerca del mercado. 

Pasaría ahí la noche, durmiendo en un estante.

1 comentario:

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